De Cassius Clay a Martin Luther King y Obama


’Yo tengo un sueño’. Hoy se cumplen 55 años del histórico discurso de Martin Luther King. El 20 de enero de 2009, 193 años después de la llegada de los primeros 21 esclavos africanos a Jamestown, Virginia, Barack Hussein Obama juramentó como primer presidente afro-americano en la historia de los Estados Unido

De Cassius Clay a Martin Luther King y Obama
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Agosto 28, 2018 11:26 hrs.
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Justo May Correa › enbocaspalabras

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El pugilista Cassius Clay, ganador del oro olímpico de los semipesados en Roma 1960, ya con el nombre de Muhammad Ali fue entrevistado el domingo 17 de octubre de 1971 en el programa Parkinson, del popular periodista británico Michael Parkinson, transmitido por la BBC.

Habla Clay:

Siempre me preguntaba cuando iba a la iglesia, porque no sólo soy un boxeador, leo y estudio, hago preguntas, y cuando viajo a otros países veo cómo viven las personas; siempre preguntaba a mi mamá:

Mamá, ¿por qué todo es blanco?

¿Por qué Jesús es blanco, de pelo rubio y ojos azules?

¿Por qué en la Ultima Cena todos son blancos? Los ángeles son blancos. María, incluso los ángeles.

Pregunté: Mamá, ¿después de morir vamos a ir al cielo?

Ella dijo: ¡Por supuesto!

Dije: ¿Entonces qué pasó con todos los ángeles negros. Ya sé. Es porque las personas blancas están también en el cielo. Los ángeles negros están en la cocina preparando leche y miel.

Siempre fui curioso. Siempre me pregunté por qué tenía que morir para ir al cielo. Por qué no podía tener lindos autos, casas y buen dinero ahora. Por qué tengo que esperar hasta morir para tener leche y miel.

Le dije: Mamá, no me gusta la miel, me gustan los bife.

Dije: La leche con miel es un laxante. ¿Tienen muchos baños en el cielo?

Siempre fui muy curioso.
Me preguntaba por qué Tarzan era el rey de la selva en África y era blanco.

Vi a un hombre con pañal aullando. ¿También vieron Tarzan?

Y pelea con africanos y rompe la mandíbula de los leones.

Y Tarzan habla con los animales. Y los africanos que han estado allí por siglos no pueden hablar con los animales. Sólo Tarzan puede hacerlo.

Me preguntaba por qué Miss America siempre era blanca. Tantas hermosas mujeres negras en el país; hermosos bronceados y siluetas.

Tanta diversidad y siempre escogen blanco. Y Miss Mundo siempre era blanca. Y Miss Universo siempre era blanca.

Y luego había cosas como puros de la Casa Blanca, sopa de cisne blanco, jabón de rey blanco, papel de nubes blancas, peces de anillo blanco, cera de piso de Tony el blanco.

Todo era blanco. Y el pastel de ángel era blanco, y la torta del diablo era de chocolate.
Siempre me lo preguntaba.

Y el Presidente vive en la Casa Blanca.

Y Mary tenía un corderito blanco como la nieve. Y Blanca Nieves. Santa Claus es blanco.

Y todo lo malo era negro.

El patito feo era negro. El gato negro es la mala suerte. Si te amenazo es un blackmail (chantaje).

Y dije: Mamá, ¿por qué no le llaman ‘whitemail’? Ellos también mienten.

Siempre me dio curiosidad. Así es como supe que algo estaba mal.

En (la ceremonia de premiación de) las Olimpíadas de Roma, Rusia estaba a un lado y Polonia al otro lado. ¿Se considera a Polonia un país comunista?

Sí.

He derrotado las llamadas amenazas a Estados Unidos. Y la bandera se levanta con la canción (va tarareando pedacitos del Himno Nacional de los Estado Unidos). Me siento el campeón de América.

Tomé mi medalla de oro y sentía que había inventado algo.

Me dije: Ahora voy a liberar a mi pueblo. Soy campeón olímpico. Ahora puedo comer en el centro de la ciudad.

Fui al centro de la ciudad (de Louisville, Kentucky) con mi medalla de oro. En ese tiempo la ciudad no estaba integrada. Un hombre negro iba a ir al centro.

Fui y me senté.

Dije: Quiero una taza de café y un hotdog. (El empleado blanco) me dijo: ’No servimos negros aquí’. Estaba tan enojado que le dije: ’Yo tampoco como negros, dame un hotdog’.

Le dije: Soy un campeón olímpico, he peleado por este país, gané una medalla de oro y voy a comer; (el empleado) dijo: ’Le voy a decir al gerente’.

(El gerente) me dijo: ’Yo no hago las reglas. Te tienes que ir’.

Tuve que irme de ese restaurante en mi ciudad natal, donde fui a la iglesia y serví como cristiano, donde viví y crecí.

Recién había ganado una medalla olímpica (de los semipesados), ¿y no podía comer en el centro?

Algo está mal.

Desde entonces soy musulmán.

―Te iba a preguntar qué te atrajo a esa religión ―dijo el entrevistador.

Las enseñanzas de Elijah Muhammad sobre cómo los negros han sido adoctrinados.

(La clase dominante) ha enseñado a amar lo blanco y odiar lo negro. Nos han robado nuestros nombres y hemos sido esclavizados.

Nos han robado nuestra cultura, nos robaron nuestra verdadera historia, nos dejaron como hombres muertos caminando.
Estas personas negras en un país completamente blanco no saben nada sobre sí mismos, no hablan su idioma, están mentalmente muertos.

Esto sucede en todo el mundo.

Pero el primer lugar donde nos levantaremos será en Estados Unidos. Y el resto sabrá lo que sucede.

Yo escuché la verdad cuando supe que mi nombre no era Cassius Clay. Conozco a un hombre negro en Estados Unidos llamado John Hopkins. Ya sabes que John Hopkins era un traficante de esclavos negros.

Para la gente blanca, en ese tiempo, si alguien tenía cinco esclavos y esa persona se llamaba John, ellos eran propiedad de John. Si te vendían a un señor Smith tu nombre era Smith.

Te etiquetaban como la propiedad de tus amos.

Ahora que soy libre, ahora que ya no soy un esclavo, quiero el nombre de mis ancestros: Muhammad Ali.

Hay chinos que se llaman Robert Smith. ¿Cómo se vería un alemán llamado Edward Goldberg? Un nombre judío.

No tenemos nuestros nombres, no hablamos nuestros verdaderos idiomas, nos robaron del Islam, nuestra verdadera religión, y nos han hecho menos que a los blancos. Nos han esclavizado.

Elijah Muhammad aprendió de Alá, a quien nos referimos como Dios, que debía enseñarnos la verdad que nos liberaría.

Desde que la escuché soy libre.

No tengo problemas raciales, no voy a donde no me quieren. Estoy orgulloso y vivo de acuerdo al Islam.

Después de escuchar cosas en la iglesia, las cosas que decía el predicador, sabía que estaban mal pero no sabía por qué, pero apenas escuché la verdad de Elijah Muhammad me siento aceptado.
***
Aquí termina la entrevista que el domingo 17 de octubre de 1971 le hiciera a Muhammad Ali el periodista británico Michael Parkinson en la BBC. Muhammad Ali se refirió a la discriminación racial y a las anécdotas sucedidas luego de que ganara la medalla olímpica.

"Yo tengo un sueño"

Unos tres años después de que en 1960 Clay ganara medalla de oro, el 28 de agosto de 1963 Martin Luther King, un pastor de la iglesia bautista, pronunció un histórico discurso desde las escalinatas del Monumento a Lincoln, en Washington. Fue durante la Marcha por el trabajo y la libertad.

El título del discurso de Luther King fue “Yo tengo un sueño”. Sin duda, el discurso más famoso de Luther King. En esa ocasión habló elocuentemente de su deseo de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiera coexistir armoniosamente y como iguales.

Fue un momento definitorio en el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. Hoy 28 de agosto de 2018 se cumplen 55 años de ese discurso. Este es el texto de esta pieza oratoria que ha pasado a la historia:

Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación.

Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia.

Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre.

Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación.

Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material.

Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.

Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema.

En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque.

Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero.

Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad.

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color.

En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado “fondos insuficientes”.

Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado.

Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación.

Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

También vinimos a este punto para recordarle a Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora.

Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo.

Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial.

Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad.

Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento.

Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino un principio.

Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano.

Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos.

No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio.

Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina.

No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física.

Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino.

Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad.

No podemos caminar solos.

Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente.

No podemos volver atrás.

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: ¿Cuándo quedarán satisfechos?

Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial.

Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades.

No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande.

Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: “Solamente para blancos”.

No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar.

No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones.

Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas.

Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial.

Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo.

Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.

No nos deleitemos en el valle de la desesperación.

Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño.

Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

¡Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono!

¡Esta es nuestra esperanza!

¡Esta es la fe con la que regresaré al sur!

¡Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza!

¡Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad!

¡Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres!

¡Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado!: “Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad”.

Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

¡Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire!

¡Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York!

¡Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania!

¡Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado!

¡Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California!

¡Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia!

¡Dejen resonar la libertad desde la montaña Lookout de Tennessee!

¡Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro:

¡Por fin somos libres!

¡Por fin somos libres!

Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!
***

Aquí termina el discurso de Luther King, galardonado con el Premio Nobel de la Paz al año siguiente, 1964. Cuatro años después fue asesinado.

Tenía 39 años cuando el 4 de abril de 1968 fue abatido por un francotirador de un disparo a la cabeza mientras saludaba a sus seguidores desde un balcón del Motel Lorraine, en Memphis, Tennessee, a donde había ido para apoyar las demandas de trabajadores negros de unos sanitarios públicos.

Un día antes, el 3 de abril, había llegado a Memphis con retraso debido a que el avión había recibido amenazas de bomba. Fue hospedado en el cuarto 306 del Motel Lorraine. Las autoridades identificaron al presunto asesino como James Earl Ray, capturado dos meses después en el aeropuerto de Londres-Heathrow, cuando intentaba viajar a Rodesia, donde se practicaba la segregación racial, con un pasaporte canadiense falso.

El asesinato del líder negro marcó el inicio de una serie de desórdenes que se extendieron a otros estados de la Unión Americana. El 10 de marzo de 1969 James Earl Ray confesó haber asesinado a Luther King, pero tres días después se retractó. Un jurado conformado por seis blancos y seis negros lo encontró culpable y lo condenó a 99 años de prisión. Fue asesinado en la cárcel el 23 de abril de 1998.

Por cierto, el propietario de un restaurante de Memphis, identificado como Loyd Jowers, fue encontrado culpable de ser parte de una conspiración organizada desde el gobierno para asesinar a Luther King. Empero, el Departamento de Justicia de Estados Unidos dijo que no encontró evidencia que respaldara esas alegaciones.

El 6 de abril de 2002 The New York Times reportó que un ministro de una iglesia, el reverendo Ronald Denton Wilson, afirmó que su padre Henry Clay Wilson era el verdadero asesino de Luther King, y dijo que “no fue una cosa racista; él pensó que Martin Luther King estaba conectado con el comunismo y quería quitarlo del camino”.

El 20 de enero de 2009, 193 años después de la llegada de los primeros 21 esclavos africanos a Jamestown, Virginia, Barack Hussein Obama juramentó como primer presidente afro-americano en la historia de los Estados Unidos.

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