enbocaspalabras
Justo May Correa
Las curiosidades salen a relucir en los eventos que involucran a un conglomerado humano: cada 60 minutos los candidatos presidenciales, al senado y cámara baja gastan 805 mil 417 pesos.
Con ello las inequidades se agigantan: cada 24 horas la suma es de 19 millones 300 mil pesos.
Elevado a un mes, que ha sido el primer mes de campaña, la cifra es de 579 millones 900 mil pesos. Casi 580 millones de pesos en el primer mes de competencia electoral.
Un mes en el que Ricardo Anaya (PAN-PRD-MC) y José Antonio Meade (PRI-PVEM-PANAL), olvidaron los grandes problemas nacionales y dedicaron su tiempo y caros espacios en los medios a tratar de hacer aparecer, otra vez, a Andrés Manuel López Obrador como un peligro.
Un peligro, sí, pero para ellos que provienen de formaciones políticas que ya tuvieron su oportunidad de gobernar desde la Presidencia de la República, sin que al final los ciudadanos se hayan manifestado satisfechos de su desempeño.
Los mexicanos esperaban grandes cambios en la forma de hacer las cosas en el gobierno nacional cuando el PAN llevó a la presidencia a un carismático Vicente Fox, pero no.
Lo que Fox hizo fue preservar para los suyos los privilegios que por décadas usufructuaron los gobiernos presidenciales emanados del Partido Revolucionario Institucional.
El poder enamoró a Fox y a su relevo Felipe Calderón, que alcanzó la victoria con medio punto de ventaja sobre su más cercano oponente, Andrés Manuel López Obrador, y fue investido Presidente de México, luego de acceder al Congreso de la Unión por la puerta de atrás, en medio del rechazo de un segmento importante de ciudadanos que sintieron que a AMLO le habían robado la elección.
El ’Presidente del empleo’, como se promocionó toda la campaña, Calderón pronto olvidó sus buenas intenciones con la clase laboral y sacó al ejército a las calles irritadas, justificando esa presencia intimidante con una presunta guerra contra el narcotráfico que hoy suma más de cien mil muertos.
Pese a los esfuerzos de los rivales políticos por desacreditar a López Obrador, que busca cancelar las jugosas pensiones de los ex presidentes, sus niveles de aceptación son los más altos.
Es natural que a los actuales detentadores del poder no les convenga para nada que en la Presidencia quede alguien como López Obrador.
Pero en esta ocasión se ve muy difícil que alguien pudiera impedir que AMLO tenga su oportunidad.
La gente de la calle dice: ’no creemos que pueda ser peor que el PRI y el PAN’.